LUIS GELADO
Nunca podré pagarte tanto sufrimiento infligidosin levantar un altar en tu honor, con el mío derruido.
Mi herida te lo agradece, supurando recuerdo y olvido,
crecieron demonios en sueños, pero seguimos vivos.
Convivimos, no en armonía, montados en un tiovivo
y cuando nos vemos las caras, lloramos o nos reímos.
Odiamos atardeceres, cursis y ya sin sentido,
las largas tardes de invierno, las sonrisas y hasta el vino.
De añoranzas ni hablar, pasado, cosas que arrastró el río.
Saboreamos palabras brotadas en este nuevo regadío
de lágrimas desconsoladas y, por ellas, vivimos.
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