CARMEN M. ALMENARA
Los que me conocen, más aún los que me conocen de hace tiempo, saben que siempre he pensado que mi futuro profesional no estaba en Córdoba, de hecho, siempre he pensado que estaría fuera de España, pero nunca pensé que llegaría a ser cierto ahora, a mis 28 años y con una circunstancias bastante diferentes a las de cuando me planteaba ese estilo de vida a mis 18 años.
Todo comenzó cuando, aconsejada por mi orientadora laboral, eché el CV en una de las doscientas páginas webs que me indicó , sin olvidar todos los colegios de Córdoba de forma personal, Sevilla, Madrid y provincias varias vía e-mail o por correo ordinario. Todo ello, he de decir, sin demasiadas esperanzas.
Fue a través de una oferta de monitora de campamentos en Reino unido que no cuajó, pero me llamaron por teléfono para ver si estaba interesada. Lo cierto es que ni siquiera había mirado la oferta por que me pasaba en la edad, ya que como muchas otras ofertas era para menores de 25, y en el tiempo de finalización de mi carrera, pero me dijeron que lo intentase y me dejé llevar.
Enviaron mi curriculum a una empresa de contratación y conseguí pasar los cortes de curriculum, de forma que me quedé finalista con otras dos chicas para hacer la entrevista por Skype en inglés con los profesores de allí para una oferta de asistente de profesora de español, lo que viene siento, profesora de conversación de español. Al finalizar nos despedimos y todo muy agradable. Lo cierto es que cuanto más lo pensaba más fallos me veía, pero al final, me avisaron de que finalmente había sido la elegida.
Todo comenzó cuando, aconsejada por mi orientadora laboral, eché el CV en una de las doscientas páginas webs que me indicó , sin olvidar todos los colegios de Córdoba de forma personal, Sevilla, Madrid y provincias varias vía e-mail o por correo ordinario. Todo ello, he de decir, sin demasiadas esperanzas.
Fue a través de una oferta de monitora de campamentos en Reino unido que no cuajó, pero me llamaron por teléfono para ver si estaba interesada. Lo cierto es que ni siquiera había mirado la oferta por que me pasaba en la edad, ya que como muchas otras ofertas era para menores de 25, y en el tiempo de finalización de mi carrera, pero me dijeron que lo intentase y me dejé llevar.
Enviaron mi curriculum a una empresa de contratación y conseguí pasar los cortes de curriculum, de forma que me quedé finalista con otras dos chicas para hacer la entrevista por Skype en inglés con los profesores de allí para una oferta de asistente de profesora de español, lo que viene siento, profesora de conversación de español. Al finalizar nos despedimos y todo muy agradable. Lo cierto es que cuanto más lo pensaba más fallos me veía, pero al final, me avisaron de que finalmente había sido la elegida.
Me fui trabajando sólo dos días a la semana, en un colegio de niñas en Londres. Sabía que no iba a ser fácil y que tendría que buscar trabajo en cuanto llegase, pero era una oportunidad que no podía dejar pasar.
De modo que, con un nudo en la garganta y con muchísimo miedo, pero también con muchas ganas de saliese bien, di de nuevo las gracias a mi familia, a mis amigos y a mi pareja por estar siempre ahí y me marché.
Decidí irme pese a mi familia, aunque sabía que me necesitaba; pese a mis amigos y amigas, que me hacían sentir valiosa; y pese a mi pareja, quien siempre me apoyó, me recordó que seguía viva, que era importante sin importar dónde estuviéramos. Decidí irme pese a lo muchísimo que los quiero, todo lo que los echo de menos y lo cuantísimo que me hacen falta. Y todo por la esperanza de poder construirme un futuro mejor, que no un futuro asegurado.
Cuando llegué aquí esperaba encontrar algún trabajo rápidamente, sin tener que buscar mucho, como profesora de español. Así que mandé cientos de CVs a las escuelas y academias, pero casi todas las respuestas eran negativas o nulas. Lo cierto es que me costó mucho encontrar algún trabajo más, además, la vida aquí es muy cara (alojamiento, comida y, sobre todo, transporte) y, aunque en el colegio gano bien por hora, al principio tenía muy pocas horas y ni siquiera sabía si conseguiría más empleo, por suerte, al cabo de un mes y medio de búsqueda incansable y desesperante, empecé a tener más trabajo en el colegio y encontré algunas clases particulares para sobrevivir.
Se puede decir que soy una persona con suerte o que me gusta pensar en positivo, por eso recuerdo más las experiencias positivas, como la primera vez que fui al banco y me encontré con el cajero, que era español, la satisfacción de entender al chico del banco cuando abrí la cuenta, el señor amable que me indicó el primer día dónde bajarme del autobús para coger el metro, el tutor de la primera academia de español que, aunque no me escogió para trabajar, me indicó, como elaborar mejor mi CV, lo maravilloso que fue dar mis primeras clases, el que me ampliasen las horas de trabajo o la satisfacción de saber que el colegio me quería y los estudiantes estaban felices conmigo. Pero en particular, la entrevista que realicé para un trabajo de una semana en un colegio bilingüe (Inglés-Francés), la acogida tan cálida de la directora que me explicó todo perfectamente y me contó cómo había hecho realidad su sueño, que en realidad es el mío y espero, algún día, cumplirlo, crear su propio colegio, pequeño, acogedor, aconfesional y libre.
Tengo la suerte de no tener muchas experiencias negativas, pero recuerdo lo mal que me sentí la primera vez que me llamaron de un trabajo por teléfono en inglés para hacer una mini-entrevista previa, que no pasé porque no entendía nada, o al hacer las prácticas en Sub Way, no porque se tratase de un local de comida rápida, sino por estar haciendo un trabajo para el que no me sentía preparada, intentar aprender inglés, hacer la comida en cadena, escuchar a los clientes y a mi gerente, que hablaba rápido y me pedía que yo fuese más rápida aún al trabajar. Me sentía tan tremendamente inútil que salía sin ganas de comer o de sonreír, tan sólo quería volver a casa y quitarme ese olor a salsas que aún me revuelve el estómago.
En el extranjero no todo es tan fácil como aparece en ciertos programas de televisión, necesitas dominar el idioma, conocer sus costumbres para no estrellarte contra la pared y trabajar mucho y muy duro desde el principio, pero la sensación de soledad y de indefensión es lo peor. Por suerte, siempre hay gente dispuesta a ayudarte, inmigrantes que llevan más tiempo que tú o hijos de inmigrantes que conocen los sentimientos. Además de personas maravillosas que te hacen recordar que puedes encontrar una familia allá donde vayas.
1 comentarios:
No te imaginas lo orgullosisima que me siento por todo lo que has conseguido. Siempre estare contigo aunque te vallas a vivir al 5° infierno, aunque no sepa hablar el idioma mientras pueda ire a verte y gracias a internet nunca estaras demasiado lejos. Te quiero poppy
Publicar un comentario